dilluns, 2 d’octubre del 2017

EL COMUNAL IBERICO

Yo no creo en fronteras: para mí no debería haber ninguna. Tampoco creo en Estados. Y menos en los que están gobernados por sátrapas psicópatas y ladrones que juegan con los ciudadanos enfrentán-dolos unos contra otros. El tema de Catalunya ha servido como cortina de humo mientras algunos de ellos (supuestos responsables políticos que se creen muy espabilados pero que ya no engañan a nadie) daban órdenes para quemar pruebas judiciales; mientras, otros hacían grandes negocios vendiéndose el país; y los demás se llenaban los bolsillos con sobresueldos. Y eso ha sucedido a ambos lados del Ebro. Escuchad: los partidos políticos no son democracia; forman parte de este SISTEMA QUE HAY QUE CAMBIAR. La enfermedad más grave que sufre España es la corrupción de todo el sistema. Os aseguro que no podemos esperar soluciones de los mismos que nos han llevado hasta el punto en el que nos encontramos ahora. Por lo tanto, mientras sigamos obedeciendo, vamos mal.
Precisamente por ese motivo, la desobediencia que vi en las calles me gustó. Era sana. Era solidaria. Era comunal. Las diferencias se diluyeron porque se antepuso el bien colectivo. Primero eran las personas y todo el mundo se olvidó de las diferencias políticas. Me gustó porque me di cuenta de que la voluntad ciudadana está viva y por lo tanto es recuperable.
¿Es nueva esa fuerza? No, en absoluto, es tan vieja que forma parte de la misma naturaleza humana. Lo que sucede es que la hemos olvidado porque nos han hecho creer que nosotros solos no sabemos gobernarnos. La tenemos desde el tiempo de los iberos, nuestros ancestros que se reunían para decidir en la Casa Gran, es decir, se ayuntaban en el Ayuntamiento. Eso era y eso debería seguir siendo esa institución municipal: el espacio comunal donde hombres y mujeres toman las decisiones del grupo. El Comú o espacio comunal fue la manera propia y natural de regirse hasta hace relativamente muy poco. Cada vez que venían invasores (romanos, árabes, visigodos, franceses y borbones) imponían sus leyes, sus reinados y sus impuestos. Pero cada vez el pueblo se ha revelado, porque no es natural que nos subyuguemos al poder de una casta. Todos los imperios están condenados al fracaso, todos acaban cayendo por degeneración y corrupción. Porque nada de lo obtenido por la fuerza es sostenible. Estamos en un momento de caída del imperio: el sistema capitalista y su ideología debe llegar a su fin. Y somos nosotros los que debemos empujar para que se produzca el cambio.
¿Cómo vamos a hacerlo? Evitando cometer los errores del pasado. Tenemos que iniciar una auténtica re-evolución consciente para construir el mundo que queremos, pensando de manera distinta, aplicando la ética y los valores universales humanos como parte indisoluble de la nueva consciencia del siglo XXI. Cultura, ética, justicia, solidaridad, paz, lucidez, respeto mutuo y comunicación no violenta deben ser algunos de los pilares de esta nueva sociedad.
¿Utopía? Ni hablar. No os dejéis engañar por el discurso de que los humanos son así y de que no podemos luchar contra el poder. ¡No os lo creáis! ¡Es mentira! El poder está en nosotros, somos muchos más que ellos. Cuando nos unimos, podemos organizarnos. Y entonces no sirven de nada sus mentiras ni sus amenazas. Ni siquiera nos pueden detener sus porras. ¡Somos demasiados para que nos amenacen llevándonos como a ovejas asustadas de vuelta al corral!
¿Cómo vamos a empezar esta re-evolución? Desde cada uno. Hemos de aprender a pensar (dejar de creer en lo que nos dicen que hemos de pensar); hemos de aprender a hablar (darnos cuenta de cómo utilizamos el lenguaje y cómo lo utilizan desde las élites); hemos de aprender a responsabilizarnos de todas nuestras acciones y decisiones (no valen las excusas: empieza a elegir dónde compro, qué quiero comer, qué hago con el dinero, con quién me relaciono, qué sostengo con mi trabajo…). ¿Parece poco? Es muchísimo: pensar, hablar y actuar desde los valores y la ética es empezar a vivir tu libertad.
Si empiezo por mí y aporto mi parte, este va a ser un cambio imparable.
Necesitamos recuperar la confianza en el poder de las personas, en la capacidad del cambio social. Pero no vamos a esperar a que surja un nuevo partido político. No otra vez. Ese error ya lo hemos cometido muchas veces y no vamos a quedarnos mirando mientras la pelota va de campo en campo con nuevas elecciones, promesas, exigencias y engaños. Será necesario un cambio profundo legislativo, desde luego, pero primero hemos de cambiar nosotros. Hemos de utilizar la inteligencia desde el corazón.

Viene un temporal en el que cada partido querrá tener razones para convencer a los ciudadanos. Tenemos que mantener la ecuanimidad sabiendo que los partidos parten, dividen, enfrentan y utilizan las creencias y el sentido de pertenencia para despertar en nosotros respuestas viscerales. Recordad: los partidos políticos no son democracia; forman parte de este SISTEMA QUE HAY QUE CAMBIAR.
Así que mantengamos la calma en medio del caos. Los buenos marineros se hacen con las tormentas. Cuando la mar ruge, toca recoger velas y capear el temporal.

QUÉ HA PASADO HOY EN CATALUNYA 1 Oct 2017

Lo que he vivido hoy me ha dejado en estado de shock, nunca habría podido imaginar una situación igual.
Es indignante y a la vez esperanzador. Indignante porque es imposible vivirlo y que no te afecte. Pero esperanzador porque se está acercando un cambio histórico, tal vez es un primer paso para que se hundan los cinco pilares que hace años (siglos) que se reparten el poder con prepotencia, viven del abuso y de la corrupción. Se han creído imbatibles y todopoderosos. Y hoy han visto que no lo son.
No es un tema de identidades, ni de banderas. No va de independencia. Ni siquiera de Cataluña y España.
Hoy, algo importante ha saltado por los aires. Hoy la gente ha aprendido a desobedecer. A desobedecer y a organizarse.
Fuera cual fuera el motivo inicial del referéndum, se ha producido un levantamiento social sin precedentes.
Cuando han comenzado las cargas policiales, en vez de huir, todo el mundo ha salido a la calle. En masa. Familias enteras. Y ya en la calle, han empezado a movilizarse.
Si alguien se preguntaba hasta dónde pueden aguantarse la manipulación y la mentira, pues empezamos a tener respuestas. La gente ha aprendido que no se puede obedecer cuando la Ley es injusta. La gente ha aprendido la fuerza del pueblo. Ante la Guardia Civil, han comenzado a hacer cadenas humanas, a responder a la violencia con la no-violencia, a optimizar las redes sociales para organizarse. Era la defensa de lo común, de todo lo que nos une, de todo lo que hemos construido entre todos, de todo lo que somos. Todos juntos. He visto como habiendo hecho saltar la web, rápidamente, se abría otra; cómo las personas ocupaban las escuelas y organizaban relevos; como habiéndose roto algo, una persona anónima lo arreglaba; como fallaba un ordenador y alguien ofrecía el suyo; cerraban una escuela electoral y una familia abría las puertas de su casa; como los agricultores sacaban los tractores y cortaban carreteras para impedir el paso a las furgonetas de la Guardia Civil; como la gente avisaba con el móvil cuando veían venir la Guardia Civil mientras los demás escondían las urnas; como la gente votaba y cientos de personas de todas las edades se quedaba en las calles delante de las escuelas para evitar que la policía pudiera entrar; ante una carga policial, en vez de correr, se formaban muros humanos (mucha gente mayor, los que tienen memoria y sabían qué nos jugábamos hoy). Incluso los bomberos se han puesto delante de las Fuerzas de Seguridad para impedirles el paso. He visto actos solidarios, gente repartiendo comida y agua, tomando decisiones inteligentes ante la fuerza bruta, ofreciéndose voluntariamente para todo tipo de tareas. Improvisaban. Todos juntos. He visto abuelos llorando. Y muchos abrazos.
Hoy ha comenzado una revolución. El cambio. No hacia la independencia, sino hacia el cambio del poder del Estado por el poder de la gente. Hoy la gente ha demostrado que ningún gobierno puede controlar la gente indefinidamente y a cualquier precio. Los políticos son marionetas al servicio del sistema. Hoy nadie hablaba de política, porque todos estábamos de acuerdo. Ha sido decir BASTA a un sistema de "poder" que se está hundiendo. Es decir BASTA a esta sarta de ladrones y corruptos prepotentes que hacen desaparecer testigos, inventan suicidios y queman las pruebas judiciales, que se reparten los cargos públicos y se llenan los bolsillos con sobresueldos a costa del dinero del pueblo. Ya era hora de que todos saliéramos a la calle. TODOS. Hoy la gente ha aprendido que cuando quiere, puede detener lo que sea. Hemos pasado mucho miedo, lo reconozco, pero allí estábamos, nerviosos cuando llegaban los furgones y salían los policías que deberían ser los protectores de los derechos de los ciudadanos, cargando contra la gente indefensa con los escudos, las porras y disparando pelotas de goma. Acojonaba, lo aseguro, pero todo el mundo estaba quieto, aguantando, todos juntos. Nunca había visto nada igual.
La violencia de las Fuerzas de Seguridad del Estado español ha dejado en Catalunya un rastro trágico e impactante. Una memoria muy difícil de borrar. Pero se equivoca quien crea que este es un tema de los catalanes y su independencia. Va de pueblo y poder, de imposición de gobierno de Estado versus la fuerza del pueblo unido. Ahora nosotros sabemos que el cambio es posible. Y vosotros también lo sabéis. A partir de ahora ya nada será lo mismo. Y todos los españoles que se han quedado en casa mirando "lo que está pasando en Cataluña" por la televisión, deberían darnos las gracias. Porque hemos abierto una puerta que ya no se puede cerrar, y os hemos enseñado cómo hacerlo: juntos, con resistencia pacífica y con inteligencia.